Usted propone que Grecia debe declarar el default y abandonar el euro. ¿No cree que ese curso de acción puede profundizar la crisis a nivel global? ¿No existe una alternativa?
–A menos que el Banco Central Europeo esté dispuesto a fondear y defender, para siempre, a los países más débiles como si fuera una verdadera autoridad federal, no van a poder estabilizar sus economías y siempre estarán bajo la amenaza de quiebras. Pero eso no va a suceder por distintas razones políticas y económicas. Si siguen dentro del euro, los Estados periféricos de Europa, como Grecia, Portugal, Irlanda y España, siempre estarán bajo presión cada vez que reciban un shock negativo de demanda agregada que contraiga el nivel de gasto. La única forma de los gobiernos para mantener un estándar de vida razonable para sus poblaciones es abandonando la Eurozona. La Eurozona está mal diseñada. Es una unión monetaria que fracasó.
¿Qué puede pasar si Grecia no declara el default y tampoco abandona el euro?
–Es que yo considero que va a entrar en default. Los líderes europeos lo van a disfrazar de una forma que no suene como una cesación de pagos. En la situación actual es imposible que Grecia pague sus deudas. La única forma que podría hacerlo es a través de un fuerte crecimiento del mercado interno, pero están matando a la economía con las medidas de austeridad fiscal. Cuando se bajan los salarios, se ajusta la economía y se abandona la posibilidad de hacer política cambiaria no es posible volver a crecer. Es inevitable que Grecia entre en default. Aunque no es claro si abandonará la Zona Euro. Los líderes europeos no quieren que esto suceda porque están preocupados de que eso pueda romper con toda la unión monetaria.
Está creciendo la resistencia de la población a esos fuertes ajustes.
–Tenemos que estar atentos porque Grecia tiene una historia de revueltas populares e intervenciones militares. La gente no va a aceptar diez años más de austeridad. Abandonar la Eurozona no será un proceso sin problemas, ni con elevados costos vinculados con el sistema bancario y los ahorristas. Grecia va a tener que encontrar alternativas. China puede cumplir un rol activo con sus inversiones para impulsar la recuperación. El gobierno nacional debe su adhesión a las metas macroeconómicas de la Unión Europea y anunciar inmediatamente un programa de creación de empleo. Será necesario un acuerdo de precios y salarios para que la pérdida de ingresos que generará la devaluación sea distribuida entre empresarios y trabajadores. Es una suerte de austeridad, pero con un objetivo distinto.
¿Cómo evalúa el desempeño del Fondo Monetario Internacional desde que estalló la crisis?
–El FMI debería ser abandonado inmediatamente. Sus recomendaciones de política e ideología son peligrosas. Esa situación se evidencia, por ejemplo, en sus proyecciones macroeconómicas que tienen como objetivo perpetuar su ideología a través del diseño de políticas. Si el modelo teórico económico que utilizan está errado, entonces las políticas que impulsen dañarán la economía. Los errores de proyección son también una señal de las deficiencias en la teoría que tienen. Eso es lo que sucede con el panorama económico mundial que produce el FMI. Si uno mira las estimaciones de los años anteriores verá cuán imprecisas fueron. Sin embargo eso no detuvo al Fondo en la demanda de la austeridad fiscal que ha profundizado la crisis. El Fondo Monetario Internacional es una institución que hoy no tiene sentido.
¿Qué quiere decir?
–El FMI fue creado bajo un sistema monetario diferente del que existe hoy, con tipos de cambios fijos y su rol era ayudar a los países que tuvieran problemas para preservar su tipo de cambio. Era una iniciativa corporativa de los países miembros, donde si un país tenía problemas en el frente externo el Fondo podía colaborar para solucionarlo. En 1971, el sistema de tipos de cambios fijos colapsó. Desde ese momento el FMI dejó de tener una función y debería haber sido abandonado y sus oficinas vendidas. Sin embargo, el organismo se reinventó a sí mismo en el momento en que comenzaba la era neoliberal. Se convirtió en una suerte de policía intelectual para asegurar el cumplimiento de las premisas neoliberales.
¿De qué forma?
–Empezó a imponer sobre los países en desarrollo los programas de reformas estructurales que contenían todo el set de las políticas de libre mercado, privatización y desregulación. En ese momento perdió toda legitimidad y se convirtió en una institución peligrosa que ha asesinado gente con sus medidas de austeridad, generado pobreza y miseria, y garantizó la transferencia masiva de riqueza hacia el Primer Mundo. El Fondo hoy no tiene ningún rol que jugar. El único rol que concibo es ayudar a los países con tipos de cambio flexibles en el financiamiento de las importaciones de alimentos, energía y otros bienes necesarios.
A pesar de que las políticas que impulsan el FMI y la ortodoxia profundizan la crisis, su visión sigue siendo la dominante.
–Es sorprendente que preserven su fuerza dada la crisis en la que estamos. El marco ideológico dominante no va a durar para siempre. Carecen de las herramientas para enfrentar esta crisis. Las nuevas ideas van a desplazarlos y reemplazarán la ortodoxia actual. Vale la pena recordar que la ortodoxia neoliberal es un invento relativamente nuevo, aunque sus orígenes puedan remontarse a ideas del siglo XIX. Antes teníamos otra ortodoxia macroeconómica. Cuando yo estudié a mediados de los ‘70, la ortodoxia era diferente y contemplaba al Estado haciéndose cargo del “pleno empleo”. Las crisis como la actual impulsan importantes cambios